segunda-feira, 16 de janeiro de 2012

Confiar nas pessoas

Dizia-me no outro dia uma das pessoas mais queridas, que nunca mais voltaria a cometer o mesmo erro: confiar nas pessoas.

Lembro-me de lhe ter perguntado, a certa altura durante a conversa, se se sentia mal com a situação, a de ter confiado, e de me ter respondido que sim, claro. Sentia-se obviamente mal porque se sentia enganado. Mas não era essa a minha questão. Reformulei-a, pretendia saber se o facto de ter confiado, independentemente do uso que tivessem feito dessa confiança, o fazia sentir-se mal.

Depois de uma breve troca de frases, concluí, ou concluiu, que o que o fazia sentir-se mal era o feedback, ou seja, a resposta que teve como consequência, mas que no fundo a atitude de demonstrar confiança lhe deixava uma sensação de dever cumprido, de consciência tranquila.




O caminho é esse, ou pelo menos o caminho em que eu acredito: demonstrar confiança, e por outro lado, demonstrar que se pode confiar. Fico feliz por pensar que todos nós sabemos no fundo o caminho a seguir. Só falta termos vontade de o fazer. E não desistir cada vez que quebram a nossa confiança. É que, penso eu, há pessoas que têm de percorrer um caminho mais longo do que outras.

4 comentários:

Julio Abelenda disse...

¿Un camino más largo hacia dónde? Precisamente escribía en mi blog (ya me estoy haciendo autopromoción, para no perder la costumbre ;-P) que la vida es un camino a ninguna parte. Veo que compartes la filosofía de los sabios de la Antigüedad (de todos, en realidad, hasta el fin de la Ilustración) de que la vida es algo así como un camino de perfeccionamiento. Pues bien, yo soy bastante escéptico al respecto. Estoy ya demasiado familiarizado con mis defectos, demasiado acostumbrado a repetir mis errores (y, en el otro lado, a acertar de vez en cuando, más por casualidad que otra cosa) como para pensar que "me perfeccionaré", en ese sentido o cualquier otro. Más bien voy aceptando progresivamente las fluctuaciones de la vida, de los estados de ánimo, de los errores (necesarios) y los aciertos (casi milagrosos)... En fin, como se suele decir, de lo bueno y lo malo.

Y, curiosamente (y aquí es donde, quizá, vas a dejar de pensar que estoy escribiendo tonterías), encuentro en ello una tranquilidad, una serenidad que me faltaba cuando pretendía, sí, ser una versión perfecta de mí mismo.

O quizá es simplemente que mi camino es más largo (me temo que lo es, aunque sea porque, en ciertos aspectos, aún apenas no lo he iniciado...)

Tânia disse...

Entiendo. Desde luego uno solo puede estar en paz cuando se acepta a sí mismo con sus defectos, y desde luego nunca nadie llegará a ser perfecto. Así que a saber si tu camino no será todavía más corto que el mío, pero simplemente porque tú ya has aprendido lo que puedes y lo que no puedes cambiar. :-)

Julio Abelenda disse...

Jo, Tania, qué grande eres... No cambiaría ni un punto ni una coma de lo que dices. Chapeau.

De todas formas (jejeje), contradiciéndome a mí mismo (indudable, incomparable placer), el otro día estaba un poco cenizo, y olvidé algunas cosas importantes... Como, por ejemplo, que sólo se puede caminar cuando se tiene un horizonte (y ese horizonte puede ser el deseo de, si no perfeccionarse, sí mejorarse a uno mismo). O que, como decía García Márquez, tienes que escribir tu novela pretendiendo que sea mejor que el Quijote, porque si no tienes tan alta ambición la novela no será tan buena como podría llegar a ser (obviamente, nunca tanto como el Quijote, jeje).

O que, a veces, por mucho que uno se conozca y se acepte a sí mismo (en lo bueno y en lo malo, hasta que lo muerte lo separe -de sí mismo-, y blablabla), es bueno conservar ciertos anhelos de mejorarse (y, de paso, mejorar el mundo) a los que, en un determinado momento de su vida, incluso se les dio un nombre propio y una existencia aparte (y hasta una nacionalidad discutible...)

Sí, lo adivinaste: en este momento me molo mucho... ;-P

Julio Abelenda disse...

Por cierto: bonita foto ;-)