quinta-feira, 17 de novembro de 2011

Um céu qualquer


Uma janela escancarada para o céu, apenas interrompido pelas copas das árvores mais altas do parque que se estende ao lado do escritório, convida à fuga. Não é uma fuga literal, mas daquelas em que aquilo a que chaman alma, pensamento, ou apenas a vontade, se ausenta, e viaja sem limites. Porque, ainda que os haja, os limites do céu não são conhecidos. E também porque, este céu que vejo desde esta janela sarapintada de lama pelas chuvas recentes, poderia perfeitamente ser o mesmo que estaria a contemplar desde uma outra janela, de um outro edifício, de uma outra cidade. Ou de nenhuma cidade.

E a ausência de limites excita, espicaça, faz voar a imaginação - ou a alma, ou o pensamento, ou a vontade - e subir a temperatura algures na minha cavidade abdominal. E lá vou eu - uma chamada, e regresso à cadeira, ao telefone, ao monitor, a uma velocidade certamente superior a todas as conhecidas e comprovadas empiricamente pela comunidade científica - enquanto se me permite, o meu corpo sensorial está noutro local, invisível, intocável.

É uma fuga intencional, esta. Não vou a sítios conhecidos, mas aos apenas vagamente recordados, aqueles que conheci da mesma forma em que agora viajo: com os sentidos. Porque, curiosamente, ao longo da nossa vida conhecemos inúmeros locais pelo simples facto de termos estado lá, presencialmente, mas da maioria não ficou nada neste baú interminável das coisas que nos marcam e que invocamos, conscientemente ou não, em fantasias. No entanto este baú está repleto de memórias, se é que isso lhes podemos chamar, de locais, pessoas, vivências, que na realidade não o são. Nunca lá estivémos, nunca as conhecemos, nunca aconteceram. E faz diferença? Se no fundo, a realidade, a nossa, a que nos molda e constrói, a que nos move, a que nos inspira, não é senão uma teia de sensações e percepções inevitável e felizmente subjectivas.

Agora, dêem-me licença. Vou viajar.

4 comentários:

Julio Abelenda disse...

Gran entrada, Tania. Completamente de acuerdo en todo (y además lo has expresado de una manera exquisita). Yo también protagonizo con frecuencia esos "vuelos de oficina" hacia cualquier cielo distante, en medio del frenesí cotidiano de la oficina. Me encanta lo de la velocidad "superior a todo lo conocido", me ha arrancado una sonrisa. Y no puedo sino aplaudirte por el final de la entrada, donde equiparas lo imaginario a lo vivido, en la medida en que de unos y otros materiales se compone igualmente la experiencia, aquello que nos hace ser quienes somos.

Por último, y aunque no me guste autocitarme (no, claro...), tu entrada me recuerda no una sino dos mías, una de mi blog actual y otra del antiguo, que en una muestra habitual de desvergüenza paso a linkarte (bonito verbo éste):

http://curiosopensar.blogspot.com/2010/11/vuelos-de-oficina.html

http://altervita.blogspot.com/2007_01_01_archive.html

Tânia disse...

Que sinvergüenza, desde luego, pero si el precio por tan alabante comentario, que le voy a hacer. Muchas gracias.
Creo que todos lo hacemos, aunque unos tenemos más propensión que otros a hacerlo. Aunque no lo pongan nunca en palabras, ni mucho menos en una entrada abierta al mundo internauta (exhibicionismo?).

Julio Abelenda disse...

Pues es una pena, la verdad. A veces pienso que podríamos compartir (no digo tú y yo, sino el mundo en general) en el día a día cuestiones mucho más sensibles que el último escándalo de Lindsay Lohan o el último peinado de Lady Gaga (vale, estoy exagerando...). Pero claro, precisamente por ser cuestiones sensibles, nos las guardamos para nosotros. Si tú hablas del exhibicionismo implícito a exponer estos temas en público (aunque sea un público virtual), yo te hablaría del "voyeurismo" (ejem) de quien va por la vida "leyendo" esas cuestiones en la mirada, los gestos y los silencios de los demás, y "relacionándose" con ellos a través de esa lectura callada, que revela las fragilidades ajenas (y, al cabo, la propia) al paso (vaya, parece que estoy posteando en mi propio blog)... Al fin y al cabo, esto es lo que hacen (hacemos, y te incluyo) los escritores.

Tânia disse...

Iba yo por la mitad del comentario y ya estaba con esa misma sensación - la de que leía tu blog. ;-) Estoy de acuerdo, todos deberían de hacerlo, pero no lo hacen.. porque no les parece importante, porque no les parece sano, porque no les parece legítimo, o simplemente, porque no sabrian como hacerlo. La mayoria de la gente les tiene respecto a los "libros" y a la "gente que escribe", es decir, a quienes les gusta y se les da mejor comunicarse por escrito. Es una verdadera pena, la verdad...